Hiyori salió del gimnasio detrás del enorme chico de pelo
azul que se llevaba su mochila.
-
¡Para! – exclamó - ¡Que pares, idiota!
Sin embargo, él la ignoró y siguió caminando, alejándose a
zancadas de los grupitos de alumnos que les miraban con curiosidad mal
disimulada. Para las piernas más cortas de la joven, seguir ese ritmo era
imposible, por lo que se iba quedando rezagada. Las chicas que había por allí,
miraban a Hiyori y reían por lo bajo, pero en un tono lo suficientemente
audible.
-
Parece un patito detrás de mamá pata – dijo una, provocando
que las demás rieran a carcajadas.
Ella hizo caso omiso de sus palabras y siguió persiguiendo a
Aomine, que se dirigía a la zona donde estaban aparcadas las bicicletas. Ya le
llevaba una increíble ventaja. Hiyori maldijo entre dientes y comenzó a correr.
-
¡Aaaarrrrg! ¡Párate ya, demonios! – gritó.
Por fin, él se detuvo a la altura de las bicicletas y, con
gesto serio, dejó la mochila de Hiyori sobre el tejadillo que los resguardaba.
Ella llegó hasta él con el aliento entrecortado y miró a Aomine y al tejadillo
de forma alternativa con los ojos muy abiertos y el pecho subiendo y bajando
con rapidez. Finalmente, detuvo la mirada sobre él y frunció el ceño.
-
¿Te parece gracioso burlarte de mí, maldita torre humana? –
espetó ella de malas maneras.
-
No lo estoy haciendo por diversión, enana – repuso él – Pero
no podía hablar a solas contigo de no haber hecho esto – él se rascó la cabeza
y se apoyó en una pequeña barra de acero que sujetaba el tejado de las bicis.
Ella se preguntó para qué demonios querría hablar a solas
con ella, pero no le dijo nada. En cambio, le preguntó:
-
¿”A solas”? - se mofó
- ¿Esto te parece “a solas”? – señaló alrededor.
Un numeroso grupo de curiosos estaba rondando por allí,
intentando escuchar a escondidas lo que muchos creían que era una confesión de
amor o algo por el estilo. Hiyori chasqueó la lengua. Maldita panda de cotillas
idiotas...
-
Me refería a que no quería estar cerca de ningún miembro del
equipo de baloncesto.
Ella dejó escapar un bufido.
-
¿Qué demonios quieres? Si pretendes hablar a solas, hazlo
rápido. No creo que BaKagami tarde mucho en llegar a buscarme.
Eso pareció confundirle.
-
¿Estáis saliendo?
Hiyori le miró como si se hubiese vuelto loco. ¿Cómo narices
había llegado a esa conclusión?
-
¡No! Es solo un compañero de clas...
-
Lo que sea, no me importa – le interrumpió – Fuiste tú la que
estaba frente a la cancha ayer, ¿verdad?
-
¿Qué? – la joven le miró sorprendida. ¿Lo recordaba? Peor...
¿¡La había reconocido!?
-
Eras tú, ¿no? La chica de la bici a la que meó aquel perro.
¡Se acordaba de todo! Hiyori deseaba que la tierra se la
tragara para no volver a ver la cara de nadie nuna más. Se dio cuenta de que él no
parecía tener pinta de querer burlarse.
-
Reconocí el uniforme que llevabas como el de Seirin, aunque
pensé que eras una niña pequeña – reflexionó él – pero eras tú, ¿a que sí? No
creo que haya muchas chicas tan pequeñas como tú y con tu pelo en este
instituto.
¿Mi pelo?, pensó Hiyori. ¿Qué le pasaba a su pelo?
-
Sí, era yo – dijo al fin – venga, ríete por lo del perro. No
pasa nada...
-
¿Estabas espiando para Seirin? – espetó Aomine de repente.
-
Pues... Espera, ¿qué? – tenía que haber escuchado mal,
¿verdad?
-
Eres una espía del equipo, ¿verdad? Estabas allí para
descubrir cómo he mejorado.
-
¿Aaaah? ¿Qué me estás contando? ¿Espía? ¿Se te ha caído algún
tipo de tornillo o algo, zumbado? – exclamó Hiyori poniendo los brazos en jarras e inclinándose ligeramente.
-
No te hagas la tonta, enana. Si no estabas espiando, ¿qué
hacías allí?
-
El edificio en el que vivo está allí – dijo ella con desdén.
-
Entonces, ¿por qué estabas mirándome tan atenta y concentrada?
Ahí la había pillado. Hiyori sintió cómo enrojecían sus
mejillas y desvió la mirada, nerviosa.
-
Pues... eso... eeeeh.... – no se le ocurría nada que decirle,
así que apretó los labios y continuó sin mirarle, cogiendo los pliegues de la
falda con fuerza.
Aomine la observaba con el ceño fruncido. ¿Qué le pasaba de
repente? Poco a poco, comenzó a atar cabos al ver su rostro colorado y su
actitud nerviosa. Sonrió de medio lado con suficiencia.
-
Te encanta el baloncesto, ¿verdad?
Hiyori olvidó todo su nerviosismo para lanzarle una mirada
sorprendida. De nuevo... ¿cómo demonios había llegado a esa conclusión?
Aomine y sus conclusiones. Me ha matao ._.
ResponderEliminarLa veo tan renacuaja corriendo como mi perra tía, que tiene las patas cortitas y se mueve superrápido xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD Me encanta >,<
Sí... es muy listo para el baloncesto y demás... para lo demás... xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
EliminarJAJAJAJAJAJ, sí, tía... Es la patita detrás de mamá Pata xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD La pobre xD
Vale es genial pero la parte de...
ResponderEliminarEras tú a la que meó el perro verdad?
Joder que sutileza JAJAJAJAJAJAJA
I love it! *_*
Jajajajajajajajaja, sí, Aomine y su sutileza y delicadeza a la hora de hablar a las chicas... Es tan majo xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
EliminarMe alegro *.*
Pensaba que sería más cabrón Aomine, se le ve hasta buenazo xDDD
ResponderEliminarAhora tienes que sacarle juego a una posible trama de "espía de Seirin" ò.ó
Si Aomine en el fondo es un buenazo... pero peca de arrogante muchas veces. Aunque puede hacerlo, es el puto amo xDDDDDDDDDDDD
EliminarJajajajajaj, muchas posibles tramas tengo ya xD
Me ha encantado xD "Quería hablar a solas" mola xD Además, has puesto a Aomine tan arrogante como es la vida real (sí, he dicho en la vida real jaajjaa) y le has hecho parecer hasta bueno xD
ResponderEliminarNo me importaría cruzarme con él un día... muajaja
Sí, pero mira para qué quería hablar... si es que es tonto, el pobre xDDDDDDDDDDD
EliminarAomine es un trozo de pan en el fondo >o<