Capítulo 22: Inesperado

Cuando Aomine se separó de ella, Hiyori se llevó las manos a las mejillas, que estaban ardiendo.

Él la miró con una sonrisa y se apoyó en la barandilla, con las manos en los bolsillos del pantalón de chándal.

-         ¿Por qué has hecho eso? – dijo ella confundida.

Tenía un montón de ideas cruzándole la mente al mismo tiempo. Quizá lo había hecho para burlarse de ella o porque la veía como un chica fácil, ahora que sabía que él le gustaba. O, quizá...

Aomine se encogió de hombros sin mirarla.

-         Me apetecía.

Hiyori le miró boquiabierta. No se creía lo que acaba de escuchar. ¿Esa era su maldita razón para lo que había hecho?

-         ¡Tú...! ¿Me has robado mi primer beso solo “porque te apetecía”? – exclamó ella poniendo los brazos en jarra y mirándole con los ojos entrecerrados.

Eso hizo que él bajara la mirada hasta ella. Parecía realmente sorprendido.

-         ¿Ese ha sido tu primer beso? – dijo, sonando bastante satisfecho de sí mismo, haciendo que Hiyori se mosqueara aún más.

-         ¡Claro que lo era! ¡Lo estaba reservando para una ocasión especial con una persona especial!

Aomine soltó una carcajada al escucharla.

-         ¿Qué es eso? ¿La trama de algún manga Shojo? – antes de que ella pudiera decir nada, se separó de la barandilla y le puso la mano en la cabeza, sobre la diadema de las orejitas de gato – Además, ¿quién puede ser más especial que la persona que te gusta?

Ella se sonrojó.

-         Pero... eso no... Quiero decir, ¡aún no me he confesado! ¡No cuenta!

-         Pues hazlo – se limitó a decir él.

-         Y.yo... no estoy preparada.

El joven suspiró. ¿Qué le pasaba? Se lo estaba poniendo en bandeja. ¿Tan difícil era decirle “me gustas. Sal conmigo”? Si con todo eso no le había quedado claro que él le diría que sí, es que era más lenta de lo que pensaba. Terminaría antes si era él el que lo decía, pero, por alguna razón, quería que fuera ella la que diera ese paso. Se lo había prometido, además.

Aomine agarró la pequeña mano de Hiyori, haciendo que ella le mirara sorprendida, con las mejillas coloradas.

-         ¿Puedes tomarte un descanso? Aunque, bueno, saliste corriendo sin avisar a nadie de tu clase, supongo que no importará... Vamos a disfrutar del festival.

Dicho esto y después de que la chica se cambiara de ropa y se pusiera el uniforme de la preparatoria, comenzaron a recorrer todos los puestos que había en el interior del edificio principal. La gente los miraba allá por donde pasaban. Para los estudiantes que la conocían, verla con alguien que no fuera su grupito habitual era muy raro y aquellos que no la conocían solo se fijaban en el contraste de alturas que había entre Aomine y ella.

Sentir todas esas miradas era realmente incómodo, por eso trataba de ignorarlas, centrándose en el hecho de que estaba en el festival con Aomine. Él parecía no fijarse en que mucha gente les miraba y simplemente iba señalando todas las clases que quería visitar y todos los puestos que quería mirar. Hiyori descubrió una cara que no se habría podido imaginar nunca al verle: Aomine iba sonriendo todo el rato, disfrutando de todo lo que veían y hacían. Lo estaba pasando bien, sin duda, y eso le hacía ilusión, él disfrutaba de su compañía.

Tras haberse dado un paseo por las clases del edificio, salieron a ver los puestos de comida que había en el exterior.

-         ¿Quieres algo? – preguntó él señalando los puestos.

-         ¡Takoyaki! – dijo ella con una sonrisa.

Mientras él pedía, Hiyori cayó en la cuenta de que al fin había conseguido relajarse estando al lado de Aomine. Curiosamente, cuando le conoció no tuvo problema con eso y hasta le había dado un masaje así porque sí. Fue a partir del día del paraguas cuando su actitud hacia él había cambiado drásticamente. Ir en sus brazos fue demasiado para su pobre corazoncito.

Cuando él volvió a reunirse con ella, le tendió el palillo y le acercó la comida.

-         Yay! ¡Takoyaki! – exclamó Hiyori pinchando una de las bolas y dándole un mordisco.

-         ¿Tanto te gusta?

Ella asintió con una gran sonrisa en los labios.

-         Eso me recuerda... hay un montón de cosas que todavía no sé sobre ti. De hecho, no sé casi nada – dijo él con el ceño fruncido, llevándose una de las bolas a la boca.

-         ¿Y qué quieres saber? – preguntó ella, poniéndose el pelo detrás de la oreja.

Aomine se quedó pensativo mientras masticaba.

-         No sé... – respondió después de tragar – Algo así como tu color favorito. O tu comida favorita. O a qué se dedica tu familia. O lo que quieres hacer en el futuro.

-         Su color favorito es el azul. Su comida favorita es el pollo con curry. Su madre es fisioterapeuta y su padre es un afamado escritor de novelas de ficción. Y quiere trabajar en una editorial, para poder ocuparse de los libros de su padre.

Hiyori y Aomine frenaron en seco al escuchar las respuestas a las preguntas que había formulado el muchacho, que venían desde su espalda. Al girarse vieron que un chico alto, aunque no tanto como Aomine, les devolvía la mirada con una alegre sonrisa en la cara. Iba vestido con el uniforme de baseball de su preparatoria y el pelo muy corto escondido bajo una gorra negra y blanca. Llevaba el bate en una funda, colgada del hombro.

Aomine frunció el ceño. ¿Quién demonios era ese tío y qué hacía allí parado frente a ellos? ¿Y por qué demonios había respondido a sus preguntas con total confianza? ¿De qué iba?

-         ¿Shinotan? – preguntó Hiyori en voz baja.

-         Ha pasado un tiempo, Hiyorin – dijo el chico sin perder la sonrisa.

-         ¡Shinotan! – exclamó ella lanzándose a los brazos del desconocido para darle un fuerte abrazo.

Aomine miraba la escena con cara de idiota. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué Takano estaba abrazando a ese tipo?